Desde hace un tiempo, la idea de una “vacuna vegetal” para combatir el coronavirus despertó interés en distintos sectores defensores de los derechos de los animales, del veganismo y del vegetarianismo, pero la iniciativa solo generó falsas expectativas. Si bien los ensayos clínicos realizados en el Hospital Militar de Buenos Aires para la aprobación de esta vacuna aún no tiene resultados publicados, aseguran que se encuentra en fase 3, el último paso antes de que pueda ser admitida de emergencia.
Portal Universidad dialogó con Guillermo Docena, Bioquímico, Inmunólogo e Investigador Principal del CONICET, quien aseguró que, en principio, la vacuna vegetal está mal identificada. “Su nombre me hace un poco de ruido porque solo la proteína del virus es la que se produce en plantas. Ésta también se testea en animales, la única diferencia es dónde y cómo se genera el inmunógeno, una de las partes de la vacuna“.
En este sentido, su nombre se lo adjudica a que “el principio activo, que es la parte de la proteína del virus que nos interesa que tenga la vacuna, se produce en un sistema vegetal. Sin embargo, esto es algo habitual, no se trata de nada nuevo, hay muchas proteínas recombinantes que se están produciendo en plantas“, explicó.
Según publicó Portal Universidad, la diferencia con la producción de las vacunas aplicadas hoy en día radica en que “las convencionales se producen en levaduras o bacterias, depende el tipo. Pero, una vez que se tiene la vacuna sí o sí hay que probarla en animales, tanto éstas como las vegetales porque no hay modelos de COVID en plantas, no existe porque se trata de una infección pulmonar. Por eso es confuso el nombre de vacuna vegetal, sino a las convencionales tendríamos que llamarlas vacuna bacteriana o vacuna de levaduras y eso no se hace”, declaró.
Si bien la expectativa en torno a esta “innovadora” tecnología es muy grande, no deja de ser un nombre atractivo para algo que no parece ser ninguna novedad. Con respecto a este falso descubrimiento en la producción, Docena aseguró que en La Plata “hemos estado haciendo esto desde hace 5 años, tanto en hojas de lechuga como de tabaco, ya es algo que se conoce muy bien. Además, es fácil y barato: solo se requiere de una maceta, un lugar adecuado con luz, temperatura, riego y uno obtiene la proteína de la hoja de la planta”.
En cambio, en la producción de las vacunas convencionales “tenés que crecer la bacteria o la levadura con biorreactores, es mucho más caro. Acá directamente cosechás la hoja y se purifica de ahí, es decir, tiene muchas ventajas obtenerla de un vegetal“, confirmó.
Sin embargo, la producción de la vacuna vegetal a gran escala parece no ser tan sencilla porque, si así lo fuera, “todas las vacunas serían de este tipo y actualmente no son predominantes. Evidentemente hay componentes que, al producirlos en mayor escala, tienen algún problema. No es lo mismo tener dos plantas en un lugar controlado que tener un campo donde hay que cosechar para producir en cantidad”, reveló el inmunólogo.
En este sentido, la industria biotecnológica trabaja en esta alternativa desde hace ya varios años. Incluso, el Hospital Militar no es el único en nuestro país que se encuentra investigando la vacuna vegetal. El Instituto de Tecnología de Chascomús, perteneciente al CONICET, también experimenta en la temática.
“Es algo atractivo y debería funcionar al igual que las demás vacunas. No es que porque se produzca en un vegetal es vegana ni mucho menos, esto no tiene nada que ver. Se ha tomado como vacuna vegetal pero, si eso sirve para que distintos grupos se vacunen, yo lo apruebo y lo acompaño. Tenemos que lograr que todo el mundo se vacune”, concluyó.